sábado, 28 de agosto de 2010

Hastío



…Si algo saliera mal, no me quedaría en este lugar.
Lo odio. Particularmente por estos días lo odio más.
Aunque debo reconocer que hay días en que lo odio menos.
Lo odio desde que llegué: odio su clima, su aspecto, sus ruidos (Hay! Cuanto los odio!), su gente (tan diferente a mi gente), su acento, su idioma, su “que andes bien” junto a su sonrisa bonachona, su mojigatería, su catolicismo acérrimo (sin duda repleto de hipocresía, al igual que en cualquier otro mundo). Su luz (en este lugar hay demasiada), casi no llueve los 365 días del año. Yo necesito algo de lluvia. Algo de gris, algo de frío y humedad (juntos), necesito días enteros, semanas enteras de lluvia!. Dios!. Aquí nunca llueve!.
Odio el no hallar un (puto) lugar que haga tan maravillosas medias lunas como en donde vivía antes, o tan riquísimo helado, o tan buena pizza…
Pero, claro, todo lo anterior no debería ser comparado con lo que tengo aquí, y allá no tenía: un hombre que me ama. Por quien lo dejé todo, por quien hice absoluto “borrón y cuenta nueva”.
No debería pesar en ninguna balanza.
De hecho, cuando hice balance, creí que lo último pesaba más. En realidad quise creer que no había ni punto de comparación. Que no debía hacer balance, porque me esperaba una vida nueva en la cual repondría todo lo que había perdido y ganaría aún algo que en la anterior no había tenido: una familia.
Sin embargo, hay algunas cosas que aún no llego a reponer porque no las encuentro. Y las he buscado. Sin duda.
Ni ricas medias lunas, ni un rico helado, ni una satisfacción tal que evite el mirar atrás y revivir el pasado.
Y sí, ya sé, fue mi elección. Pero yo lo elegí a él, no elegí el lugar, ni la situación, ni a las personas que lo rodean, sólo a él… pero claro, él venía con todo lo demás.

Autor: Mariana Floris
27/08/2010

miércoles, 18 de agosto de 2010

Deseo de lluvia

El calor empieza
a abrasarlo todo.

No hay lugar donde ir.
La luz lo inunda todo.

Y sólo deseo lluvia.
Que lo lave todo,
que lo arrastre todo,
que enfríe todo.

Necesito una poderosa
lluvia de finales de invierno,
que augure una buena primavera.

Necesito volver a creer.

domingo, 15 de agosto de 2010

Novela por entregas: Parte II

La pintura pertenece al Kamasutra y espero que no incomode a nadie el que la hay elegido para esta entrada. Pero será acorde con lo que se va a leer: sexo.
En la primera parte de esta novela por entregas, nos quedamos en que Ana y Juan (vamos a llamarlos así de aquí en más), aún no habían tenido sexo ni con sus parejas ni entre ellos. Claro que ellos eran amigos...pero nuestra pregunta fue: habrían fantaseado alguna vez...?
Ana si había fantaseado. A pesar de que su novio era el amor de su vida, como últimamente no le prestaba la atención que ella hubiera querido, había tenido sueños y había imaginado también despierta, como sería el sexo con Juan. ¿Sería salvaje?, ¿sería apasionado, como cuando él le contaba sobre su ideología política?, ¿o sería tierno y delicado?...
Juan, por su parte, (porque nosotros tenemos la ventaja de poder averiguar qué y cómo sentían todos los personajes de esta historia, somos omnisapientes aquí) había pensado e imaginado cómo sería estar con Ana. Sí, sabía que era la novia de su mejor amigo, y que no podría ser suya (por lo menos en breve), pero estaba seguro de poder hacerla feliz. Más que su amigo claro. Sentía una culpa inmensa y en los ratos que pensaba en ella de esa manera intentaba no traer a su cabeza al amigo, casi hermano, porque eso hacía más terrible lo que deseaba. Pero sabía que no podía evitarlo. La deseaba como nunca había deseado a nadie. No podía quitársela de la cabeza.
Soñaba con su cabello castaño, que brillaba cuando le daba el sol, con sus labios pequeños y lo que podrían hacer en su cuerpo, como podían hacerlo estremecer con sólo un roce...
Pensaba en esto y mucho más, claro que a la distancia.
Ninguno de los dos se atrevía a decirle al otro nada de esto, sería el fin de una relación de amistad...o de dos....pero así estaban las cosas cuando Juan recibió carta de Ana: ella y su novio (su mejor amigo) habían discutido, ella estaba planeando ir a visitarlo para despejarse un poco, ¿a él que le parecía la idea?, Juan casi sin aliento, comenzó a escribir la respuesta......

lunes, 2 de agosto de 2010

La felicidad















La felicidad,
esa increíble falacia de hace tiempo,
la que se escabulló por años,
es indudable,
hoy
dice hola .
Me miro,
me observo,
y veo que está en mí....
que jodidamente suertuda no?

Ayer y hoy enamorada

Hubo una época (hace tiempo atrás) en que creí en el AMOR (así con mayúsculas) a rajatablas. Como si me fuera la vida en ello. Fue el tiempo de mi adolescencia.
Luego tuve desengaños. Tuve que esperar. Y el tiempo pasó.
Pasó, yo diría, mucha agua bajo el puente. Hoy siento que es maravilloso saber que alguien en este preciso momento está pensando en mí y me ama. Tengo la certeza. Tener esa certeza es sublime (no exagero).
Antes, años ha, no la tenía. El amor era una cuestión unilateral (como suele serlo para el adolescente o el joven que se empeña en sentir algo justo por aquella persona que no le corresponde).
Ahora bien, esta reciprocidad, no es fácil de "ganar". Más bien diría que lleva toda una vida (bueno, parte) lograrla. ¿Por qué?, porque uno tiene que crecer, madurar, para llegar a "ver" eso que antes no pudo.
Lo que hoy veo es a "él".
Y lo que me permite verlo (o por lo menos eso creo) es mi madurez. No porque tenga los años que tengo, no. Sino porque creo haber tenido que llegar a este punto de mi vida para "ver" muchísimas cosas que antes no podía (o no quería?. No, no podía, estoy segura).
Como el bebé que requiere de cuidados maternos tanto por su fisiología como por su psiquismo aún no formado, yo necesité llegar a este punto para entender y para ver.
Sé que podrán decir: "pero no se puede ver dentro de alguien, no se puede saber qué está pensando, qué está sintiendo, que está deseando, etc". Yo creo que a medida que uno "ve" al otro y recíprocamente nos ven a nosotros, es posible cierto grado de conocimiento y esto va en aumento a medida que las semanas se hacen meses y éstos, años.
Hoy y ayer, enamorada. Pero hoy con más claridad, con más luz, con mayor conocimiento (si, creo que a medida que pasa el tiempo existe la posibilidad de ser más sabio), uno que me permite decir: "te amo, a pesar de... y con todo incluído", te amo a pesar de la discusión de ayer, de la de mañana y de la del año que viene, y de las causas de todas ellas. Porque sé que estás ahí y yo estaré aquí porque somos un equipo. Ahora, siempre.
No lo olvides.